La tierra de las segundas oportunidades by Tim Lewis

La tierra de las segundas oportunidades by Tim Lewis

autor:Tim Lewis [Lewis, Tim]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 978-84-941287-7-6
editor: Endymionpoesia
publicado: 2015-11-14T23:00:00+00:00


12 N. del Editor: One Laptop per Child ( one.laptop.org ).

13 N. del T. cuando la rueda delantera de un ciclista impacta lateralmente contra la trasera del ciclista que lo precede.

Capítulo 7

Magia negra

Los hombres llegaron la tarde de un domingo –el 31 de mayo del 2009– poco después de las seis. Sabían que ese era el momento en que tenían que llegar. El entrenador, JP Van Zyl, se había pasado por el apartamento de Potchesftroom apenas unos minutos antes para hacer entrega de los programas de entrenamiento para la semana siguiente, y los corredores del MTN Cycling se quedarían un rato solos en la casa, relajándose antes de la cena. JP nunca dejaba de decirles que echaran el cierre, pero siempre estaban entrando y saliendo a toda prisa con sus bicicletas, así que a veces no se acordaban. Esa noche las puertas estaban completamente abiertas.

Cuando los cuatro hombres entraron, Adrien Niyonshuti estaba en su habitación; el sol comenzaba a ocultarse, así que estaba tendido sobre su alfombra, preparándose para la magrib, la cuarta de sus cinco oraciones diarias. Cuando escuchó gritos en la zona común, no investigó. Se encerró en su habitación, se metió dentro de la alacena, y se hizo un ovillo. Los corredores de Zambia, Jupiter Nameembo y Trust Munangandu, estaban en la habitación que compartían. Nathan Byukusenge, el otro ruandés, estaba charlando con su compañero de equipo, el argelino Hichem Chabane; Hichem hablaba árabe, bereber, y francés; Nathan hablaba en kinyarwanda y un poco de inglés, pero de alguna manera, conseguían salir del embrollo. Hichem era joven, solo 22 años, pero era el corredor más veterano de la casa, el único miembro al 100% del MTN Cycling. Había terminado quinto en los Campeonatos Continentales Africanos del 2008, y había representado a Argelia ese mismo año en los Juegos Olímpicos de Pekín. Un escalador enérgico, se le consideraba uno de los mayores jóvenes talentos del continente.

También acababa de ser despedido. Desde que había llegado a Sudáfrica, tal vez porque allí disfrutaba de una libertad que no tenía en Blida, la rica ciudad de la época colonial en la que vivía con sus padres, se había dedicado a pasar las tardes en los bares de Potchefstroom junto con otros expatriados de Argelia. Su forma había decaído de manera alarmante, y el jefe del equipo, Douglas Ryder, le había dicho que el martes siguiente lo mandarían de vuelta a casa.

De repente cuatro hombres se situaron de pie enfrente de Nathan y Hichem; llevaban puestos pasamontañas y guantes, y blandían cuchillos. De primeras, Nathan no sintió nada de miedo, pensaba que se trataba de una broma. Solo podía verles los ojos, y con esa ropa de color negro, le recordaban a los ninjas de las películas de kung-fu. Pero los hombres hablaban con familiaridad, aunque de manera amenazante, a Hichem, y aunque Nathan no podía comprender las palabras, sabía que algo no iba bien. Jupiter y Trust se vieron rodeados, y los arrastraron hasta el cuarto de estar, pero aquellos hombres no pudieron encontrar a Adrien, o simplemente no se preocuparon de derribar la puerta para cogerlo.



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